domingo, 1 de diciembre de 2013

Platón, Galileo, las matemáticas y la ciencia:

Posiblemente el filósofo más importante de la historia occidental fue Platón. Este pensador ateniense, discípulo de Sócrates, marcó por completo la historia de la sociedad y la ciencia. Es de todos conocido (o debería) por sus méritos, sobre todo por su obra La República, que es una de las pocas obras que sobrevivieron al incendio en la biblioteca de Alejandría.

Lo que no todo el mundo sabe es que Platón era matemático. De hecho, pertenecía a la hermandad de los pitagóricos, un círculo de matemáticos muy importante fundado por Pitágoras, el cual fue el primer gran matemático de la historia occidental.

Como matemático, se dio cuenta de una cosa: la naturaleza se puede medir de forma sencilla y sigue una serie de patrones matemáticos. Aunque las matemáticas de su época eran sencillas (apenas se acercaban a comprender los números irracionales), fue el primero en darse cuenta.

Por ese motivo, comenzó a pensar que las matemáticas eran el lenguaje en que está escrito el universo. De hecho, les otorga el segundo mayor grado de perfección posible. En el mundo de las ideas- pensaba- las ideas están clasificadas según su grado de perfección. Primero, en lo más bajo, están las ideas de los objetos. Por encima de las ideas de objetos están las "ideas" de las fórmulas y conceptos matemáticos y, por encima de estas, está la idea del bien.

De la idea del bien ya se hablará otro día, pero ahora vamos a centrarnos en las ideas matemáticas. Las matemáticas tienen su propia perfección de la que ya se dio cuenta Platón y posteriormente Descartes: una fórmula matemática no cambia dependiendo de las circunstancias. Dos más dos son cuatro independientemente de lo que estés midiendo, si contando kilos de aceitunas o haciendo cálculos para enviar una nave a la luna. La suma y el producto de dos números reales no cambian.

Las matemáticas permiten establecer relaciones fijas entre distintas "cosas", sean del tipo que sean. Siempre se puede establecer una relación de tipo cuantitativo entre cualquier cosa. Por ejemplo, es fácil fijarse en que el desplazamiento de un cuerpo está relacionado con el tiempo. O que el número de aceitunas que obtienes depende de la cantidad de olivos y del agua con que los riegues.

Parece de perogrullo, ¿no? Pues imaginemos por un momento que las matemáticas no tuviesen esas dos propiedades. Entonces, sería imposible hacer cosas como ir a comprar. Si uno más uno no son dos independientemente del caso, entonces el vendedor puede cobrarte precios completamente distintos entre sí cada vez que vayas a comprar. Pero espera, que aún hay más. Al sumar distancias, te saldría que el tamaño de las calles cambia.

Y, si no es pudiesen utilizar las matemáticas para relacionar conceptos, entonces hacer cualquier relación sería algo arbitrario e incluso, sería imposible relacionar dos cosas que en la realidad vemos que tienen relación.

Este tipo de cosas sobre las matemáticas deberían enseñarse en el colegio, igual que el hecho de que las matemáticas sirven para repartir una pizza de forma que las diferencias entre lo que recibe cada uno sean mínimas -de hecho, tienen un teorema para eso llamado "Teorema de la Pizza" (por eso pienso invitar a Eliatrón la próxima vez que vaya a una pizzería para que reparta él los trozos).

Pero Platón no es el único hombre que merece ser mencionado en este post. Hablo, claro están, de Galileo Galilei, uno de los primeros físicos. Heredero del pensamiento neoplatónico, fue profesor universitario de matemáticas en Padua (y en Pisa), además del primero en experimentar con caídas libres y darse cuenta del movimiento de rotación terrestre. Las matemáticas que manejaba Galileo comenzaban a vislumbrar la bella y "perfecta" complejidad que vería el cálculo diferencial con Newton y Leibniz, y el cálculo integral con Gauss. "El libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático"- escribía el matemático. Y razón no le falta.

Es imposible entender la naturaleza (y no solo la naturaleza, cualquier cosa hecha por el hombre) sin ayuda de las matemáticas. Desde la forma de caer de un boli cuando se te resbala de la mesa a las más bella partitura de Beethoven, todo encierra en sí mismo complejas y bellas fórmulas matemáticas. Nada se salva de eso.

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